Recreación Sillón del Diablo |
Si pensabas que ya había destapado todo el misterio oscuro de Valladolid con una de mis anteriores publicaciones, "Historia del Niño Perdido de Valladolid", ¡prepárate! Porque lo que hoy te traigo puede hacerte mirar los viejos muebles con otros ojos... ¡espera a conocer el caso del Sillón del Diablo! La historia de un mueble maldito, que ha pasado siglos rodeado de rumores de brujería, asesinatos y una maldición. Este sillón no es cualquier pieza de museo; para muchos, es el protagonista de una de las leyendas más macabras de la ciudad. Dicen que quien se atreve a acercarse demasiado puede sentir una presencia. ¿Te atreves a descubrir su historia?
Orígenes y descripción: un mueble con más secretos que estilo
A primera vista, el Sillón del
Diablo parece un mueble antiguo más: de estilo frailero, hecho en madera de
nogal, tapizado en cuero y decorado con motivos geométricos y florales. Pero no
te dejes engañar; este no es un simple asiento. Actualmente se exhibe en el Museo
Provincial de Valladolid, donde una cuerda impide que los visitantes se
sienten en él. Y es que, después de conocer su historia, nadie querría
acercarse demasiado.
Recreación |
La leyenda de Andrés de Proaza: un doctor y su lado oscuro
Todo empieza en el siglo XVI,
cuando un médico llamado Andrés de Proaza enseñaba en Valladolid. Proaza
no era cualquier profesor; su figura era todo un enigma, y los rumores que lo
rodeaban eran, por decir poco, escalofriantes. Era discípulo de Alonso
Rodríguez de Guevara, fundador de la primera cátedra de anatomía en España,
pero se decía que los conocimientos de Proaza iban más allá de la medicina y
que coqueteaba con la magia negra.
Pronto, los vecinos comenzaron a
oír cosas raras en su casa: gemidos ahogados, pasos a deshoras, y según
algunos, Proaza experimentaba con cuerpos humanos bajo el parpadeo de una vela,
mientras las sombras jugaban en las paredes, intensificando el horror. La
situación, ya de por sí extraña, se volvió aún más inquietante cuando un niño
de nueve años desapareció en Valladolid.
Un crimen espeluznante y un hallazgo macabro
Los vecinos notaron algo raro. El
agua que se vertía al río Esgueva desde la casa de Proaza tenía un tono rojizo.
Los llantos de un niño resonaban por la calle. Las autoridades se encontraron
con una escena espeluznante. El cuerpo del niño, despedazado, parecía contar
una historia de sufrimiento sin fin. Una autopsia en vida. Horror puro. Este
hallazgo desencadenó la intervención de la Inquisición y selló el destino de
Proaza.
La confesión: un pacto con el Diablo
Detenido y sometido a tortura,
Proaza confesó lo impensable. Según su declaración, tenía un pacto con el
Diablo, y su vínculo con él se realizaba a través del famoso sillón. ¿Cómo?
Proaza afirmaba que, al sentarse en él, entraba en un trance que le
permitía conectarse con el más allá y recibir conocimientos de medicina
“avanzada”.
La historia se vuelve aún más oscura: Proaza decía que el sillón había sido un regalo de un nigromante y que solo aquellos dedicados a la medicina podían usarlo sin sufrir consecuencias. Para cualquiera que intentara destruirlo o sentarse sin estar preparado, la condena era clara: la muerte en tres días. Así fue como el “Sillón del Diablo” se ganó su nombre y su temible reputación. Y sí, Proaza acabó en la hoguera, pero el sillón... ese quedó intacto.
Recreación El Sillón del Diablo en el Estudio de Proaza |
¿Médico o estudiante? Las incongruencias en la historia de Andrés de Proaza
Sí, sí, ya sé, en el artículo del
Niño Perdido te dije que Proaza era un estudiante. Pero mientras
escarbaba en la historia del Sillón del Diablo, me fui encontrando con datos
que me hicieron rascarme la cabeza. Como si alguien, siglos después, quisiera
dejarme pistas sueltas para resolver este rompecabezas.
Resulta que varias fuentes
insisten en que Proaza no era ningún novato, sino un médico con todas las de la
ley. Y claro, esto me ha dejado pensando… ¿quién era realmente Andrés de Proaza
cuando sucedieron aquellos oscuros eventos? ¿Un simple aprendiz con curiosidad
o un médico con conocimientos prohibidos? Después de investigar, todo apunta a
que Proaza ya era un médico hecho y derecho en ese momento. Y aquí van las
razones que lo respaldan:
- En varias ocasiones se le menciona como "el médico Andrés de Proaza", lo cual deja poco espacio para pensar que solo era un estudiante.
- Fue discípulo de Alonso Rodríguez de Guevara, fundador de la primera cátedra de anatomía en España, una figura clave con la que Proaza mantenía una conexión directa.
- De hecho, en algunas fuentes se dice que fundó la primera cátedra de Anatomía en Valladolid, algo que difícilmente habría logrado sin una carrera ya avanzada.
- Tenía su propia casa y practicaba la medicina, realizando autopsias y experimentos anatómicos en su domicilio, lo que solo haría un médico con experiencia.
- Además, se le atribuyen conocimientos anatómicos muy avanzados para su época, algo que indica claramente que ya había superado la etapa de estudiante.
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¿Médico o Estudiante? El Misterio de Andrés de Proaza |
Ahora bien, es cierto que algunas
fuentes mencionan que llegó a Valladolid como "estudiante portugués",
pero parece ser una referencia a sus primeros años en la ciudad, acompañando a
Rodríguez de Guevara. Para cuando sucedieron los eventos que dieron origen a la
leyenda del Sillón del Diablo, Proaza ya era un médico practicante.
En resumen, aunque probablemente comenzó como estudiante, la evidencia sugiere que para el momento de estos oscuros sucesos Proaza ya estaba consolidado como médico en Valladolid. Esto no solo añade más precisión a su historia, sino que le da un giro al misterio: ahora hablamos de un médico que, gracias a sus conocimientos y prácticas, dejó una huella tan siniestra que aún resuena en la leyenda.
El sillón maldito a lo largo de los siglos
Tras la ejecución de Proaza,
nadie quería hacerse cargo de su temido sillón. Durante años, el mueble quedó olvidado
en algún almacén de la Universidad de Valladolid. Posteriormente se ubicó en la
sacristía de la Capilla Universitaria. Pero en el siglo XIX, la leyenda
resurgió de manera inesperada.
Según se cuenta, en el siglo XIX,
el sillón fue redescubierto y utilizado por un bedel de la Universidad que,
sin conocer su historia, comenzó a usarlo como asiento habitual. Tres días
después, murió de manera repentina. Su sucesor, ajeno también al
oscuro historial del sillón, corrió la misma suerte tras sentarse en él.
Finalmente, las autoridades decidieron colgar el sillón del techo a gran altura y boca abajo,
donde permaneció durante años, fuera del alcance de cualquiera.
Bedel en el Sillón del Diablo |
El Sillón del Diablo hoy: ¿mito o realidad?
En 1890, el Sillón del Diablo fue trasladado al Museo Provincial de Valladolid (también conocido como Museo Arqueológico de Valladolid), ubicado en el Palacio de Fabio Nelli, donde permanece hasta hoy. Ubicado en una sala dedicada a objetos de la España del siglo XVI, este enigmático asiento sigue atrayendo a curiosos, amantes de lo paranormal y visitantes que buscan desentrañar su misterio. El museo, como se puede ver en la ilustración, ha tomado unas precauciones “infalibles”: una cuerda roja rodea el sillón para que nadie intente sentarse en él y, de paso, para mantener viva la leyenda.
Sillón del Diablo - Museo Arqueológico |
La conexión con el “Niño Perdido”
En este relato oscuro, la figura
de Andrés de Proaza actúa como un vínculo que parece unir esta historia con la
del caso del Niño
Perdido que investigué hace poco. En ambos, estas historias se
convierten en una sola y le dan a Valladolid un aire de misterio imposible de
ignorar. Así, el Sillón del Diablo y el Niño Perdido no son solo leyendas por
separado, sino parte de una cadena de sucesos oscuros que ha convertido a esta
ciudad en el escenario perfecto para las historias más sombrías.
¿Te atreverías a probar el Sillón del Diablo?
La leyenda del Sillón del Diablo
ha pasado de ser un cuento local a un relato de terror que sigue llamando la
atención de todo aquel que visita Valladolid. Así que, seas o no creyente en
maldiciones, si alguna vez te encuentras frente al famoso sillón en el Museo
Arqueológico, te hago la misma pregunta que ha inquietado a tantos: ¿Te
atreverías a sentarte... y a tentar a un destino sellado siglos atrás?